Desde que tengo uso de razón he visto cómo se critica, excluye e incluso humilla a quien, por naturaleza, es diferente. Su procedencia, su ascendencia familiar, sus rasgos, su físico, su manera de hablar, sus ideas, sus gustos... los distinguen de los demás.
Sin embargo quien los excluye también busca algo parecido, de manera artificial, y mientras paguen por ello es "cool"; lo llaman ser original.
Vistiendo antes que nadie el último grito antes de que salga en OT, llenando su tiempo de ocio con ocupaciones que no sienten ni comprenden realmente, viendo un estreno de cine en la première. Se sienten interesantes, pioneros, atractivos, felices.
Quien se ha pasado toda su vida llenando los vacíos de su personalidad con trozos de la de los demás, por identificación, sólo por que “queda bien” o “lo dijo mengano” es incapaz de valorar el regocijo de quien lo consigue por sus propios medios, sin haber leído a los grandes, sin haber visto aquél clásico del cine negro, sin haber escuchado esa gran canción, incluso aunque duela.
Y el tiempo transcurre con la mayoría del primer grupo creyéndose felices y la mayoría del segundo viéndose a menudo desgraciados, inconscientes ambos de sus posibilidades y repitiendo cual engrasados autómatas eso de 'la ignorancia es la felicidad'.
Al fin y al cabo, no son tan distintos.